Por: Vale Rudolphy
Imagina esto: el sur de Chile. Frutillar, Puerto Varas, alrededores. Ese viento fresco que permiten esas tierras de ríos y lagos. La humedad en el ambiente, esa humedad que está impregnada en la tierra por las lluvias y su frescura. Verde, mucho verde. Y en medio de todo esto, cercano a aquellas diferentes costas que rodean al Llanquihue, un huerto. Ruibarbo. Áreas y áreas de ruibarbo, listo para ser cosechado, para ser disfrutado. ¿Lo imaginas? Pero es tanto de este fruto que fue traído por alemanes, que no se sabe con ello qué hacer.
Esta problemática fue la que Mauricio Brintrup, su pareja Claudia y su familia, vieron con los terrenos que se tenían en el sur. Querían usar esta materia prima: emprender. Su propia empresa, producto. Comenzaron con mermelada, la manera más tradicional de pensar en el ruibarbo. Pero no tuvo tanto éxito, y los jarros se apilaron, queriéndoles quitar el sueño.
“¿Qué hacer con el ruibarbo?”, se preguntaron. Entonces, decidieron experimentar. Había que usarlo: quizás un licor, un brebaje. Un espumante. Y así lo hicieron, para distraerse, inspirarse y prepararse para la próxima idea. Y lo que bebían, era la respuesta.
Hace sólo unas semanas, Mauricio nos contaba esta historia en sus propias palabras, entre risas, ya como la gran anécdota que es. Nadie antes había intentado comercializar un espumante de ruibarbo, al menos no puro: usualmente se mezcla con uva en su proceso. Así lo hacen en el extranjero, así lo hicieron la primera vez. Pero decidieron hacerlo puramente del fruto, y les gustó. Y funcionó; desde entonces trabajan en este negocio familiar que ha ido creciendo.
No se trata sólo de espumante, o de vino: lo importante y rico son las historias que van con ellos, que tengan una trama para llegar al desenlace que disfruta cada quien en su paladar, cuando el brebaje llega a ti.
RUI Sparkling Wines nació como un experimento buscando respuestas y nuevos rumbos, como los que han iniciado a exportar y vender también en nuestro país, el país de origen. Y sobre todo es una propuesta original.
De sabor fresco, ideal para el verano, para los días de sol y para mezclar, para jugar, probar. Su aroma y sabor no son como nada que encuentras hoy en el mercado, y sus creadores se preocupan de esos detalles. Y de transmitir la historia del producto.
A veces tenemos prejuicios antes de enfrentarnos a nuevas experiencias, así también con los sabores y, en este caso, tragos. Pero tal como en la vida, es necesario arriesgarse y probar. Un espumante con aromas y texturas nuevas por descubrir.